Es una foto que retrata el principio de un cambio brusco e incontrolable que presenta la vida: el diagnóstico de una enfermedad autoinmune, el inicio de un duelo, un suceso que no quisieras que te afecte por el resto de tu vida pero que a partir de ahora estará ahí y te acompañará siempre. Representa la fase de la no aceptación donde no quisieras exponerte al exterior y donde se vuelve todo aún más real, donde hay que contestar preguntas y explicar cómo se siente uno, es un punto donde uno se OCULTA para evitar el inicio de toda la incertidumbre que trae el futuro.

El marco negro da fuerza al desvanecimiento de la imagen; el personaje sin cara es la pérdida de la identidad que expresa la confusión del ser ante este conflicto; la mano abriendo o cerrando la puerta (como cada quien lo interprete) es la indecisión de aceptar o no lo que está ocurriendo; la única fuente de luz es esa pequeña esperanza de poder salir adelante ante la adversidad y el cuadro (o ventana) con la imagen del exterior pronuncia ese alejamiento de todo lo que existe ahí afuera y de lo que uno se esconde.

En este caso la foto la propuse para representar las enfermedades inflamatorias y ayudar a su visibilización.
Me siento muy contenta porque participaron muchas personas de toda España y que me invitaran al evento y ser finalista ya era una emoción, pues aún más increíble haber sido seleccionada fotografía ganadora. Además de eso creo que se sumó a mi alegría que se acercaran personas del público a decirme que habían conectado con esta fotografía, que se sintieron comprendidas y que me contarán sus historias. Creo que esta última parte es el verdadero trofeo de todo esto.